
Al final no lo incluí entre los propósitos de Año Nuevo, pero tengo la intención de recuperar un poco más los posts sobre viajes, excursiones y lugares, retomando los que se me quedaron incluso en el camino meses y algún año atrás. Aprovechando esta soleada y fría mañana de sábado, mientras se hornea un pan, os dejo una de las excursiones que mejores recuerdos me traen, el Parque Regional el Valle y Carrascoy, en mi querida Murcia.

La ciudad de Murcia se encuentra rodeada de superficie montañosa, que la convierten en una especie de horno en verano, pero que nos permite escapar a la naturaleza en pocos minutos. Sobrevive poca huerta, pero algo queda, y lo genial es que se desarrolla a los pies de las sierras que separan Murcia del Campo de Cartagena, y forman el Parque Regional de El Valle y Carrascoy.
Es una pena que para muchos turistas pase desapercibido este paraje, fundamental además en la Historia de Murcia, pues fue aquí donde nacieron los primeros asentamientos y donde comenzó a desarrollarse la vida humana en la zona. Y ofrece muchos atractivos: paseos, rutas de senderismo, zonas de escalada, áreas recreativas, centros de visitantes, un centro de recuperación de fauna, restos arqueológicos, rutas a caballo, etc.

Mi padre y yo siempre hemos pensado que se podría montar un pequeño telesférico desde el centro mismo de la ciudad que subiera hasta uno de los centros de visitantes, o al Santuario de la Fuensanta. No es sólo la mentalidad suiza (al fin y al cabo, los telesféricos son parte fundamental del paisaje helvético), lo hemos visto incluso en Portugal, y creo que podría funcionar muy bien. Menos autobús turístico absurdo y más ideas que merezcan realmente la pena, por favor. En fin, que me lío.

Simplemente quería reseñar una de nuestras escapadas fijas en Navidad, la subida a la Cresta del Gallo con su pequeño paseo por los alrededores y un aperitivo antes de volver a casa. Nos gusta empezar desde el Santuario de la Fuensanta (que es hasta donde suben a la patrona en romería al final de las fiestas de septiembre). Allí está el celebérrimo café bar Quitapesares, con una terraza de vistas estupendas y unos carajillos y belmontes perfectos para calentarse a primera hora de la mañana.

La subida a la Cresta del Gallo es fácil, puede hacerse por un sendero acondicionado, o por la zona rocosa algo más complicadilla pero mucho más entretenida. A mí es que me encanta eso de ir sorteando obstáculos, echar las manos a tierra y trepar por rocas. Y las vistas desde arriba son espectaculares en un día despejado.

En Navidad se puede visitar el belén que tantas veces he comentado, y luego bajar por el otro lado. Siguiendo la carretera de nuevo hacia Murcia pasamos por el Centro de Visitantes de la Luz, las ruinas de la fortificación árabe, y llegamos a la zona recreativa de la Balsa.

Cuando era niña mis padres nos llevaban casi todos los fines de semana o festivos al Valle Perdido, con mi querida perrita que disfrutaba correteando y nosotros los peques jugando por la zona. Un aperitivo en el bar era casi ritual, aunque con los años se degradó bastante la zona. Pero por suerte han reacondicionado el espacio y han abierto un nuevo local que me dejó muy buen sabor de boca. Camareros eficientes y variedad de tapas y platos típicos para esa hora sagrada del aperitivo, que sienta de maravilla en invierno al solecico.



Tengo muy buenos recuerdos de distintas etapas de mi vida en este Parque y por eso quizá le tengo un cariño especial. No es un paraíso y hay muchos aspectos que todavía tienen que mejorarse, pero merece la pena hacer una escapada a la sierra de vez en cuando.
¡Incluso nevó en 2009!
