Si sois mínimamente seriéfilos seguro que estáis ya hartos de leer y oír hablar sobre la vuelta de Juego de Tronos, que acaba de regresar con el estreno de su quinta temporada. Y si no lo sois, puede que también, la verdad es que nos ponemos un poco pesaditos, pero dadnos ese placer :). El caso es que llevaba muchos meses esperando este momento y hay que celebrarlo como se merece, ¿y qué mejor que a través de la cocina? Esta es una posible versión de los pastelitos de limón favoritos de Sansa Stark, y os aseguro que pueden convertirse también en los vuestros.
No voy a contar batallitas de la serie o de los libros, porque seguro que ya sabéis de qué va el tema, o de lo contrario simplemente no os interesa nada en absoluto. Sólo me voy a permitir un pequeño comentario porque ya sabréis que las series de televisión son mi otra gran pasión -¿vicio?-, como ya he contado alguna vez.
Y además, cocina y series combinan muy bien. A través de las series de televisión he llegado a conocer recetas, platos y productos de otros lugares, o he tenido antojos para preparar algunas cosas. Pueden ser una fuente de inspiración constante, peligrosa en algunos casos. Y reconozco que se me van los ojos a las despensas y a las cartas de los restaurantes cuando aparecen en escena. Una de mis costumbres habituales es identificar si la cocina de los personajes tiene o no Kitchen Aid; y creedme, hay muchísimas en las cocinas televisivas americanas.Parece que vienen de serie.
En Juego de Tronos tenemos además, por supuesto, las novelas. El verano pasado terminé Danza de Dragones, el último título publicado hasta la fecha, y estoy disfrutando mucho tanto la lectura como el visionado de la serie, que a diferencia de ciertos talifanes considero entes independientes. El caso es que el bueno de George R.R. Martin, el autor -algo pesado y lentorro a la hora de escribir, eso sí-, no se corta en sus páginas a la hora de describir banquetes, cocinas, desayunos, comilonas, refrigerios fugaces o festines. Los platos e ingredientes que cita tienen parte de inspiración medieval y parte de su imaginación personal, pero siempre suelen darte hambre.
Hay algo recurrente en sus novelas y que también ha aparecido en la serie de televisión: los pastelitos de limón que tanto gustan a uno de los personajes, Sansa Stark. La buena chica viene de una tierra del norte donde hace muchísimo frío y todo es un poco triste, y cuando viaja al soleado y rico sur, con sus cocinas de reyes, no se puede resistir a nuevas delicias. Los pasteles de limón se convierten en sus favoritos y son casi una broma recurrente en las páginas de los libros.
En algún momento encontré una receta recreada por no sé qué chef profesional para preparar lo que podrían ser esos pastelitos de limón. La reservé para prepararla con motivo de la nueva temporada, y por fin me acordé de rescatarla antes de Semana Santa. Podrían ser estos los pastelitos de limón de Sansa, o podrían ser otros, pero os aseguro que son un bocado delicioso. Repetí la receta en Murcia y fueron un éxito, lástima no tener rodajas de limón confitado para coronarlos.
Pastelitos de limón de Juego de Tronos
Receta obtenida de la serie oficial
Ingredientes para 6 unidades
- 2 huevos L
- 75 g de azúcar
- 165 ml de buttermilk
- 2 y 1/2 cucharadas de zumo de limón
- ralladura de limón
- 3 cucharadas y 1 cucharadita de harina de repostería
- 1 pizca de sal
- mantequilla o aceite para engrasar
Precalentar el horno a 160ºC y escoger una bandeja adecuada de paredes altas. Engrasar los moldes, estilo ramekin, y reservar. Separar las yemas de las claras de los huevos.
Añadir a las yemas el azúcar y batir ligeramente. Agregar el buttermilk, el zumo de limón, la ralladura y la sal, y batir un poco más. Incorporar la harina tamizada y batir con las varillas hasta que no queden grumos.
Batir con la batidora limpia las claras de huevo hasta dejarlas al punto de nieve. Incorporarlas a la masa principal, con movimentos suaves envolventes. Repartir en los moldes y colocarlos dentro de la bandeja. Echar agua hasta que llegue aproximadamente a la mitad de los ramekins. Tapar con papel de aluminio.
Hornear durante unos 25 minutos. Retirar el papel de aluminio y continuar la cocción unos 15 minutos más, o hasta que se hayan dorado por encima. Si se sacan antes, la base estará más cremosa; si se sacan después, cuajará más y quedará más bien gelatinosa.
Esperar a que se enfríen un poco, despegar los laterales de cada molde con un cuchillo redondo o una espátula pequeña y desmoldar con suavidad, para darles la vuelta. Decorar con azúcar glasé, limón confitado, o servir tal cual. Están mucho más ricos si se dejan enfriar en la nevera unas horas.
No voy a contar batallitas de la serie o de los libros, porque seguro que ya sabéis de qué va el tema, o de lo contrario simplemente no os interesa nada en absoluto. Sólo me voy a permitir un pequeño comentario porque ya sabréis que las series de televisión son mi otra gran pasión -¿vicio?-, como ya he contado alguna vez.
Y además, cocina y series combinan muy bien. A través de las series de televisión he llegado a conocer recetas, platos y productos de otros lugares, o he tenido antojos para preparar algunas cosas. Pueden ser una fuente de inspiración constante, peligrosa en algunos casos. Y reconozco que se me van los ojos a las despensas y a las cartas de los restaurantes cuando aparecen en escena. Una de mis costumbres habituales es identificar si la cocina de los personajes tiene o no Kitchen Aid; y creedme, hay muchísimas en las cocinas televisivas americanas.Parece que vienen de serie.
En Juego de Tronos tenemos además, por supuesto, las novelas. El verano pasado terminé Danza de Dragones, el último título publicado hasta la fecha, y estoy disfrutando mucho tanto la lectura como el visionado de la serie, que a diferencia de ciertos talifanes considero entes independientes. El caso es que el bueno de George R.R. Martin, el autor -algo pesado y lentorro a la hora de escribir, eso sí-, no se corta en sus páginas a la hora de describir banquetes, cocinas, desayunos, comilonas, refrigerios fugaces o festines. Los platos e ingredientes que cita tienen parte de inspiración medieval y parte de su imaginación personal, pero siempre suelen darte hambre.
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Sansa mirando con disimulo su pastelito. Imagen de GoT Wiki |
En algún momento encontré una receta recreada por no sé qué chef profesional para preparar lo que podrían ser esos pastelitos de limón. La reservé para prepararla con motivo de la nueva temporada, y por fin me acordé de rescatarla antes de Semana Santa. Podrían ser estos los pastelitos de limón de Sansa, o podrían ser otros, pero os aseguro que son un bocado delicioso. Repetí la receta en Murcia y fueron un éxito, lástima no tener rodajas de limón confitado para coronarlos.
Pastelitos de limón de Juego de Tronos
Receta obtenida de la serie oficial
Ingredientes para 6 unidades
- 2 huevos L
- 75 g de azúcar
- 165 ml de buttermilk
- 2 y 1/2 cucharadas de zumo de limón
- ralladura de limón
- 3 cucharadas y 1 cucharadita de harina de repostería
- 1 pizca de sal
- mantequilla o aceite para engrasar
Precalentar el horno a 160ºC y escoger una bandeja adecuada de paredes altas. Engrasar los moldes, estilo ramekin, y reservar. Separar las yemas de las claras de los huevos.
Añadir a las yemas el azúcar y batir ligeramente. Agregar el buttermilk, el zumo de limón, la ralladura y la sal, y batir un poco más. Incorporar la harina tamizada y batir con las varillas hasta que no queden grumos.
Batir con la batidora limpia las claras de huevo hasta dejarlas al punto de nieve. Incorporarlas a la masa principal, con movimentos suaves envolventes. Repartir en los moldes y colocarlos dentro de la bandeja. Echar agua hasta que llegue aproximadamente a la mitad de los ramekins. Tapar con papel de aluminio.
Hornear durante unos 25 minutos. Retirar el papel de aluminio y continuar la cocción unos 15 minutos más, o hasta que se hayan dorado por encima. Si se sacan antes, la base estará más cremosa; si se sacan después, cuajará más y quedará más bien gelatinosa.
Esperar a que se enfríen un poco, despegar los laterales de cada molde con un cuchillo redondo o una espátula pequeña y desmoldar con suavidad, para darles la vuelta. Decorar con azúcar glasé, limón confitado, o servir tal cual. Están mucho más ricos si se dejan enfriar en la nevera unas horas.